Ya nada volverá a ser como antes.

Me he levantado a las 9 de la mañana sólo para releerlo. Ayer no me dio tiempo. Esta noche he soñado contigo, un sueño precioso, pero cuando a medianoche me he despertado no he podido dormir dándole vueltas a todo en mi cabeza, necesitaba analizar cada palabra de ese ultimo e-mail, cada coma, cada espacio, para sacarle el mayor sentido. Me hizo tan feliz que volvieses a escribirme de nuevo, pero era el dia de mi cumpleaños, estaba demasiado ciega con tu felicitación como para darme cuenta de que ese e-mail en nada se parecia a los otros. Yo sabia que esto pasaría, lo sabía de sobra. Y no quería darme cuenta, me engañaba como tantas otras veces lo he hecho. Pero yo te entiendo, o quiero pensar que te entiendo. No te echo nada en cara, no te guardo rencor. Si lo haces bien hecho está, tus motivos tienes y es lo mejor, y yo no puedo hacer nada para intentar cambiar esto. No sé qué pensarás ahora, si intento hacer como si no me importarse por hacerte las cosas más sencillas, o por hacérmelas a mí, hacerme antes a la idea de esto. Que no hay marcha atrás y las cosas nunca volverán a ser lo que eran. Pero pese a todo quiero que sepas que aquí tienes a una amiga, que no tengas en cuenta lo que haga de ahora en adelante, por favor, porque no sé qué haré para asimilar esto, pero no te preocupes. Que sepas que yo también te voy a echar de menos, y mucho, ya te estoy echando de menos. Que si hago como que me das igual, no te lo creas, porque si has sido una de las personas más importante de mi vida, eso no va a cambiar en una escasa semana, ni tampoco en muchas, es más, creo que siempre vas a ser lo mas importante en mi vida. Lo que yo siento va mas allá de un par de letras a la semana, se esconde en las cancones que me recuerdan en ti o en lo mucho que me gusta verte sonreir. Quiero que sepas que nunca fuiste una carga para mí, jamás. Ni en los peores momentos de nuestra historia. Nunca me arrepentí de esto. Que si alguien fue una carga, fui yo, que si algún tren se descarriló, fue el mío. Y mientras escribía esto, me he prometido no llorar y fíjate, casi podría decirse que ya me he ahogado por dentro.