miércoles, 13 de abril de 2011

Vuelvo a casa...

Nunca viene mal volver, regresar a tus orígenes… Bañarte en un puñado de recuerdos, en forma de fotografías de hace dieciséis años. Ver cómo has crecido allí dentro. Lo que hoy eres, lo que sientes, lo que piensas, tu ideología, tu capacidad de sobreponerte a las caídas, todo eso se ha forjado entre esas cuatro paredes, en esos pasillos que hoy recorres de norte a sur, al mismo tiempo que piensas lo mucho que ha cambiado todo. El patio ese de arena, en el que jugabas subida a esos columpios naranjas, ya no es de arena en su totalidad. Ahora hay un montón de juguetes más… aunque puestos a elegir, yo me quedo con mis columpios naranjas. Ese tobogán donde tuve mi primera caída, y todo porque no supe frenar a tiempo y acabé cayéndome al suelo. Pero la arena estaba ahí, haciendo que el golpe doliese menos. Y los baños, los baños siguen igual. El patio ahora está más verde, tiene menos colorido, ya no están esos rosales que cubrían los lados de ese paseo que llevaba hasta esa plaza donde tantos recreos hemos pasado. El patio verde también sigue igual, ahí solíamos hacer educación física en primaria, ahí dimos nuestras primeras carreras… ¿Y la sala de colores?, también sigue igual, el mismo olor a colchoneta, ese circulo hueco donde nos metían dentro y nos hacían rodar por toda la sala. O esos zancos que nos ponían en los pies para parecer más altos… queríamos ser grandes, y ahora daríamos cualquier cosa, para que cerraran la puerta, y nos dejaran allí dentro, jugando, sin que nada malo nos pasase… El gimnasio, está bastante más vacío, faltan aparatos, pero sigue estando esa barra de equilibrio que tan alta nos parecía y en la que hoy podemos sentarnos sin estirarnos siquiera. Eso demuestra lo mucho que hemos crecido. La sala cubierta. La sala de informática donde aprendimos a usar estas teclas que hoy te mantienen unida a personas con las que has compartido media vida, y te ha permitido a conocer a muchas otras. El comedor, ese sitio en el que todos nos quedábamos aposta por estar con nuestros amigos, y en el que luego siempre acabábamos tirando la comida, o escondiéndola en una servilleta debajo de la mesa… Todas esas fotos en portería en las que te ves con tres años, y con dieciséis. En una actuación de navidad, bailando… en montañismo, en todas esas excursiones que nos hicieron congeniar con personas más allá de los limites de una clase, disfrutar de otras ciudades, de experiencias que hoy forman parte de nuestra historia. Esa clase donde dabas Lengua, Transición a la Vida Adulta, o donde vistes The Ring, en inglés… O esa otra donde viviste tu último años, y en la que hoy vuelves a sentarte en tu sitio. En el pupitre donde te sentaste durante ese ultimo año. Todos esos olores, que te gustaría poder capturar en un frasquito de cristal para poderlos oler más tarde. Pero si esos sucediese, no tendrías razones para regresar a ese lugar, tendrías encerrados los recuerdos en un frasco de cristal. Mientas que ahora, por el simple hecho de olerlos de nuevo, regresarías una y otra vez… Esos profesores, ese que te suspendió en cuarto de primaria matemáticas y al que tanto odias, pero que hoy viene a saludarte y se alegra de verte ahí, esa otra a la que no entendías en Sintaxis, y que hoy sigue llamándote mal, pero por la que sientes nostalgia al escuchar que el año que viene se jubila… ella, tu última tutora, tu profesora de historia, que hoy viene acompañada de su hija, o aquella de tecnología que hoy te enseña el colegio y te muestra todos esos cambios, la misma con la que quemaste 3 LED’S demostrando que la electrónica no era lo tuyo… O ese otro con quien escalaste más de cincuenta montañas, aquel que decía doblar a Brad Pitt en Troya, el que se quedó contigo cuando te quedabas sin aire subiendo al Vall de Núria, y que hoy después de tanto tiempo ha sido lo primero que te ha dicho al verte, el mejor profesor que has tenido sin duda alguna… Todas esas personas con las que has compartido tantas clases, o aquellas otras con las que no compartiste nada más que un par de miradas por el pasillo, pero que hoy vienen a saludarte… Y todos esos recuerdos, me llevan a ese Salón de Actos. Hay comenzó todo cuando tan solo tenías 3 años, y ahí tuvo su fin un 21 de Junio del 2008, en tu graduación. Ese día, fue el punto y final a tu historia entre esas cuatro paredes. El principio del resto de tu historia. Hoy el telón vuelve a abrirse para ti… No te olvido.

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