No hay peor sensación que la de querer vivir algo, la de tener unas ganas tremendas de compartir un momento concreto en la vida de una persona y saber que la que estará ahí no serás tú. La sensación de querer correr a la estación y sacar un billete de la noche a la mañana, sin explicaciones, sin pensar... Y que cuando esa persona baje de ese autobús sea tu sonrisa lo primero que vea... Pero no, una vez más, no me toca a mi...
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