viernes, 11 de febrero de 2011

Te echo tanto tanto de menos.

No queda nada. Un mes y poco para mi cumpleaños. Otro 20 de marzo, otro más sin ti. Lo odio ¿sabes?, odio que justo tuvieses que marcharte, y odio más aun que lo hicieras precisamente el dia de mi cumpleaños, porque es una carga permanente que vuelve a brotar cada vez que esa maldita fecha se acerca. Si supieses lo mucho que te echo de menos cada día... no logras hacerte ni la menor idea de cuanto. He tratado de explicarle esto a mucha gente, amigos y demás... y sin embargo, a veces tengo la sensación de que no logran entenderlo realmente ¿sabes?. En cuanto les digo que eras la madre de mi amiga, inevitablemente le dan menos importancia de la que tiene. Como si yo no tuviese derech a echarte de menos. Quizás si hubieran tenido la suerte de pasar un par de minutos junto a nosotras ahora lo entenderían mucho mejor, y no tendría que pedirles abrazos cuando vuelves a aparecer sin aviso, en el momento mas inesperado. Ellos me lo darían sin rechistar. La otra noche volvío a darme una de esas llantinas que cada vez me dan menos a menudo. Necesitaba ese lugar al que salir corriendo, ese "ven sientate aqui conmigo". A veces, pienso que llegaste a ser más amiga mia tu, que tu hija. Te lo prometo. Lo hacias todo tan facil. Siempre sacabas lo mejor de mi, te contaba cualquier tonteria y siempre me decias "si no te deja dormir, no es ninguna tonteria", y siempre lograbas hacerlo todo muy sencillo. Me hacias ver los dos puntos de vista, el mio como hija, y cuando era necesario, el tuyo como madre. Quizás el gran problema de la gente, es que nunca han tenido esa segunda madre. Yo si. Me acuerdo, ese catorce de marzo de 2008 (meses antes de tu enfermedad), en que volvía de viaje... Después de ocho dias entre Amsterdam-Bélgica-París. Me acuerdo de la primera cara que vi en la Terminal 4 de Barajas, el primer abrazo. El tuyo. Me abrazabas, me preguntabas qué tal habia ido, y por ultimo me dabas las gracias por haber cuidado de tu niña. Y luego me abrazabas más fuerte aun... Igual que en la graduación, cuando era la unica que sabia lo que te habian diagnosticado dias antes. Recuerdo que te evitaba constantemente, evitaba el no saber como enfrentarme, qué decirte, si abrazarte, si tratarte como si nada... Estuve evitandote todo el dia, hasta que me crucé contigo. Me miraste, te miré. Mi cara era la de la preocupacion, y la tuya... Por primera vez vi pasar el miedo frente a tus ojos, el pánico. Y yo, simplemente fui a abrazarte. Me decías "Gracias.." y yo, simplemente te dije lo que en esos instantes sentía: "Vas a salir de esta, juntas vamos a salir". A dia de hoy, odio haberte dicho esas palabras, odio no haberlas podido cumplir. Odio que esta vida se llevase a la persona mas buena que he conocido, y no, no es un dicho... es la verdad. A partir de ese 20 de Junio, todo fue en picado. A diario estabamos en casa, juntas, haciendonos tortitas y manchandonos de chocolate las tres hasta las orejas. ¿Sabes?, me enseñaste a que las personas somos mas fuertes de lo que en realidad creémos. Yo siempre me consideré alguien fragil, sensible, débil... y sin embargo en esos instantes sacaba una fuerza de dentro que ni siquiera yo misma sabia que existia. Las tardes eran risas continuas, que acababan por explotar cuando llegaba a casa y mi madre me daba esos abrazos que hasta entonces me habias dado tu. Los meses pasaban, las operaciones se repetian... y en noviembre llegó esa maldita noticia que ninguno nos queriamos creer. Para mi sorpresa, la encajé bastante bien. Todo lo bien que se puede encajar algo asi. Solamente existia una cosa que me hacia odiar a todos esos medicos, y es que te habian quitado los ultimos seis meses entre operacion y operacion, te habian arrancado esos momentos en que podias haber disfrutado, en que podiamos habernos ido a Matalascañas como cada verano, y disfrutar en la playa de los mejores meses de tu vida. Promesas inutiles que nos hicieron ilusionarnos estupidamente. Desde entonces no creo en Dios ¿sabes?, solamente creo en la Virgen del Rocio, y porque cada vez que miro esa pequeñita de oro que me regalaste la ultima vez que te vi, te veo a ti. Sé que ella te tendrá en el lugar que te mereces. Fue duro. Cada dia que pasaba era mas duro que el anterior. Poco a poco dejaste de ser tú, las sonrisas, las miradas perdidas... Sin embargo, la semana del 10 de marzo, te recuperaste de una manera increible, pasabamos tardes y noches eternas en ese hospital, jugando al Poker, al dominó, viendo la tele, contandonos mil historias. Y, justo cuando mejor iba todo, paf. Recuerdo que estaba en el Parque de Atracciones, celebrando mi cumpleaños, esperando la cola para subirnos en el Tornado, cuando una llamada de tu hija me decia: "Ya está..." (...) Todo ha sido tan dificil desde entonces, es más... sigue siento taan dificil. Y yo, te echo tanto tanto de menos... Ahora no dejo nada a medias, ojalá hubiese dicho lo mucho que te queria el dia que podias decirme "yo tambien".

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