
Practicamente han pasado dos semanas, y aun no me he sentado frente al ordenador para escribir en este blog, sobre ese dia... ¿Qué decir?. A los ojos de una persona normal, tal vez un veintitres de abril solamente sea "un día más". El mismo cielo azul, la misma lluvia a mediodía, el mismo trafico, las mismas caras en la linea siete del metro de Madrid, los mismos niños sacando su entrada a las puertas de un cine cualquiera, las mismas parejas a la puerta del estreno del ultimo musical en la Gran Vía... Y a kilometros de alli, se encontraba ella. Valencia. Simplemente por el hecho de mirar los ojos bajo el cielo de esa ciudad, ese dia acabaría siendo especial. Cuando una persona lleva once años de su vida entregados de principio a fin a la felicidad de una persona, acaba por encontrar la sal de la vida en las pequeñas cosas. Una mirada, eso es todo lo que necesitaba. Y puestos a pedir, una sonrisa de medio lado, dedicada unica y exclusivamente a ella. "Silvia, no empecemos, deja de volar tan alto...". Rapidamente de su cabeza se borró esa sonrisa mental. Y empezó a soñar unica y exclusivamente con un par de ojos clavados en él. La razon de su existencia. Y ahí estaba ella, cansada de estar de pie, sin poder comer practicamente nada, con una senyera entre sus manos, y un "Benvingut a casa" salido de su rotulador. Se aferró a esa senyera como quien se aferra a un sueño. Al fin y al cabo en esos colores estaban escritos cada uno de los dias que pasó soñando con un momento que poco se parecía a ese. No pidió nada más que un trocito de él, y obtuvo la totalidad de su mirada, sonrisa, sinceridad y grandeza. Cuando quiso darse cuenta estaba regresando al hotel, con una camiseta dedicada, una foto dentro de ese estadio que sigue siendo su casa a su lado, y el recuerdo de sus padres y hermano. Al mismo tiempo que las lagrimas empañan una a una las letras de su nombre, piensa en cómo después de todo lo que ha obtenido sigue con los pies en el suelo. Cómo sus padres son si cabe muchisimo más grandes que él. Cómo una familia puede significar tanto en su vida. Cómo el abrazo de una madre a su hijo puede encogerte el corazón. O cómo el tacto de su mano en tu espalda puede provocarte un escalofrío que lo paraliza todo. Es increíble (...) Hoy el cielo sigue siendo el de toda una vida. Madrid. Estoy arropada por esa senyera, mientras contemplo el techo de mi habitación, al mismo tiempo que pienso que es techo le vendría pequeño, y le imagino agachándose para entrar por la puerta. Y sonrío. Como llevo haciendo toda una vida junto a él. Y miro todas esas fotos que hoy decoran mi habitación, las miro una a una y pienso en lo mucho que gané el dia que aposté por él. Que si la vida es un juego de dados, yo obtuve el seis. Y pienso en esos dias, no tan lejanos, en que miraba esa pared blanca y pensaba: "quizás algun dia...". Me escondía tras un quizás que hoy es un: "lo conseguí". Y pienso en tu sonrisa, en tu mirada, en esa fuerza sobrehumana que te recorre de norte a sur. Tu grandeza. No sé como lo hiciste. Pero has logrado hacerme tan pequeña, tan insignificante, que solo sé capaz de respirar si te tengo a ti. Diria que despues de todo esto, queda totalmente claro que te quiero. Que te quiero tanto, que quererte se queda corto. Que ojalá algun dia pueda devolverte uno a uno todos esos momentos que solamente tú has sido capaz de regalarme. Esas sonrisas, esos abrazos. Te quiero. Te quiero por encima de los limites de la razón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario