Tan melancólica como la melodía de aquella canción que siempre te hizo llorar. En noches de esas en las que es imposible que el sueño se acuerde de mi, amanezco entre las lágrimas de tu canción y las mías propias, que se mezclan con los recuerdos de un jueves de mayo a media tarde... el mejor café del mundo entre las manos, un estribillo a medio terminar.

Y durante tres horas deseo que hubiera algo que dijeras o hicieras para intentar que cambiara de opinión y me quedara, igual que siempre. Segura de ti, segura de mi. Pero no hay nada. De nada sirve que grites mi nombre, como nunca antes lo hiciste. Porque antes era el momento y ahora sólo quedan restos del naufragio, canciones... muchas canciones que echan de menos tu voz tanto como yo y unas ganas de recorrer contigo la ciudad que me aprietan el corazón. De nada sirve sentarse y preguntarse por qué. Las cosas están cambiando tan deprisa que incluso, da miedo. Y puede que sean ellas, esas ganas extremas de que vuelvas aun antes de irte, las que hagan que, en el próximo Septiembre, cuando aterrice en esa pequeña ciudad, te llame para hablar de canciones y decirte que vuelvo a estar preparada para ser tuya... Mientras tanto no lo pienses dos veces, ya sabes como sigue... Tú eliges.
No hay comentarios:
Publicar un comentario