sábado, 20 de agosto de 2011

PARA SIEMPRE.

A ras del suelo, como dice una de las canciones de mi grupo favorito, más frágil que un beso lanzado al aire en pleno Invierno. Desde la madrugada del banco más escondido de la barriada, con un traje blanco mojado por la lluvia de esta tarde. Donde esta noche han llovido las estrellas sin nosotros, donde desde hace unos días no llovemos. Ni tú. Ni yo. Se pone la chaqueta azul y se asoma al tejado. En el cielo sólo hay nubes. Y no, ni rastro de estrellas. Definitivamente, hoy no es un buen día. No hay ningún coche en marcha que la espera debajo del portal, ni se oyen maullidos en los callejones. Coge sus cascos y busca una canción. Entre el papel y el bolígrafo, una lágrima sin motivos, una sonrisa con razón y una carta que tal vez nunca llegue a su destino... Las primeras notas de "Quiero escuchar hoy tu voz” de Taxi. Y tras varios intentos, decide escucharla. Se acuerda de cuántos viernes como ese ha pasado escuchando esa canción. Y es que cuando se derrumba el tejado, necesitas saber que hay una mano para salvarte. Y esa noche, la azotea estaba en el subsuelo. Y en ese preciso instante, te das cuenta que esa canción ya no es de amor, pero SÍ ES PARA SIEMPRE.

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