Siempre maldiciendo a la maldita distancia, dia tras dia... Deseando que por las vías que os separan, el días menos esperado un tren os lleve a veros. Y el tren no llegaba, y hubo momentos en que pensaste que ya nada volvería a ser lo mismo, que las cosas estaba cambiando... Y que cuando el maldito tren llegara a la estación, tal vez ya no tuvieraís ganas de subiros en él... Pero llegó el día... Estabas en una estación, con las cosquillas en el estómago y la incertidumbre de cómo viviríais ese día... El tren no llegó, pero si un autobús con destino Aranda de Duero. Y desde entonces, esos dos caminos, esas dos flechas en la fachada de la estación que señalan caminos opuestos, vuestros caminos... Parecen formar uno solo... Ahora, de repente, como por arte de magia, te sientes feliz.
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