domingo, 29 de enero de 2012

Por un tú en un yo.

Imagina que en un golpe de suerte tú y yo nos volvemos a encontrar. Sería una tarde cualquiera de invierno, de esas que no hay nada mejor que hacer que salir a perderse un rato por la capital. Imagina que mi parada de Metro fuese Plaza España y la tuya Banco de España (si, estoy imaginando asique podrías coger el metro). Sígamos. Tu recorres la Calle Alcalá, yo la Gran Vía, y en el punto exacto de la Plaza de Callao nos encontraríamos. Es probable que nos costara vernos, pues de todos es sabido que siempre está abarrotada de gente, pero estoy segura que lo lograríamos. Tal vez mi primer impulso sería continuar caminando por la Gran Vía, pero estoy convencida que mi corazón daría un vuelco y me colocaría en dirección opuesta. ¿Preciados, tal vez?. Y sin tener demasiado claro el porqué de mis pasos, me sumergería en la Plaza encontrándome contigo en esa esquina. Tus ojos me mirarían y automáticamente todo el trumulto de gente se vería reducida a nada. Tal vez tus ojos me mirarían de una forma extraña, sin terminar de creerse que la vida haya vuelto a ponernos en el mismo punto del camino, y entonces simplemente dejaríamos de existir. Nos fundiríamos en un abrazo mezclado donde fuese difícil distinguir en que punto exacto comienzo yo y terminas tú. Seríamos infinitos, invisibles. Los ojos del mundo se detendrían en nosotros, seríamos de carácter épico y universal. Y cuando el abrazo llegase a su fin, simplemente sonreiríamos con los ojos, dejando así que ni yo fuera yo, ni tú fueras tú. Y cuando el mundo comenzase a girar, nuestras vidas continuarían entrelazadas, como la leche al café. Y tal vez, por culpa de ese abrazo tan épico, ni tú volverías a ser tú, ni yo volvería a ser yo, siendo imposible regresar a la forma original. Y cuando nuestras vidas volviesen a caminar en sentido opuesto, te llevarías algo mío en ti, y yo algo tuyo en mi. Te quedarías con mi sensibilidad, y yo me quedaría con tus ganas, con tu risa.



... Y de este modo es como inevitablemente, siempre viajas conmigo.
... Y de este modo es como inevitablemente, siempre viajo contigo.

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