
Nos encontrabamos allí, donde podíamos ver despegar los aviones. Hacía demasiado frío. Tenías que irte, pero no queríamos hablar de ello, no queríamos hablar de nada. Nos acomodamos en el silencio, y esperamos a que el reloj sentenciara la despedida... Los aviones se alejaban y mi mano tiritaba en tu espalda. Sabíamos que era la última vez, que la distancia iba a pesarnos demasiado. Pero el dolor era tan profundo que ninguno tuvo el valor de pronunciar un "te echaré de menos" en voz alta. Tan solo lo susurramos, con la respiración entrecortada y la garganta seca...
Los aviones se alejaban y los altavoces anunciaron tu vuelo. Hubo un beso fugaz en tu mejilla derecha y una mirada torpe. Después te alejaste por la terminal arrastrando tu maleta, demasiado deprisa como para memorizarte. Entonces el mundo siguió su movimiento, pero me dejó a mí olvidada en ese rincón... abrazada a lo poco que me quedaba de tu olor. Mirando como tu avión despegaba, como el invierno me traspasaba la piel y como, despacio, en aquel aeropuerto... dejaba de existir un nosotros
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