miércoles, 14 de diciembre de 2011

eighteen.

No voy a mentirte, y menos a estas alturas. No voy a ocultarte que duele, mucho. Es una mezcla de rabia mezclada con una considerable dosis de impotencia. Vivimos en un país hipócrita, y cada dia me doy más cuenta de ello. Existen determinadas personas tocadas con una varita mágica que se pueden permitir cualquier tipo de error en esta vida, pues al día siguiente volverán a adorarlo de ese modo tan irracional. Y luego están otros, como tú, que tienen que soportar como son juzgados de manera injusta al más minimo fallo. ¿Y sabes lo peor?, que llevo once años soportando esto, y a estas alturas sé que nada va a cambiar. Que seguiré teniendo que soportar que en un partido te expulsen y leer esa cantidad de barbaridades que anoche llenaban twitter. Y tendré que hacer como si nada, morderme la lengua, meterme en la cama, y empapar en silencio mi almohada en lágrimas. Odio esta presión, la odio casi tanto como tú... Odio que no te dejen dar dos pasos seguidos sin juzgarte partido tras partido. ¿Es que sabes?, verte jugar es lo más grande que tengo, y hace tiempo que cuando llega el día de partido, no sé si quiero encontrar tu nombre en la alineación o no... Total, sufriré de todos modos. Y no es justo, ¿sabéis?, no... no lo es. Porque es futbolista, campeón del mundo, campeón de rey en dos ocasiones. Pero ante todo es persona. Una persona que disputó su partido más duro sobre el asfalto de una carretera. ¿De verdad os creéis capacitados para dar lecciones de fútbol a un chico que con apenas dieciocho años, ganó un partido a la muerte por goleada?. Y si, sé que nadie va a contestar a mi pregunta, y que seguramente tampoco nadie lea esto y se le remueva una pizca de sentimientos en su interior. También se que el martes que viene no jugarás, y que el siguiente partido que disputes tendré que soportar la misma tensión. Y no, no puedo más. Porque probablemente todos esos que anoche le juzgaban de esa manera tan cruel, tengan un Messi, o un Cristiano Ronaldo de ídolo. Probablemente vean a su admirado jugar partido tras partido, y probablemente el mayor juicio que hayan tenido que soportar de él, es si marca más o menos goles. Pero yo no, yo tengo que soportar partido tras partido, que no aparezca en los planes de nadie, tengo que escuchar rumores sospechosos acerca de que no va a ir a la próximo eurocopa e intentar hacer como si nada. Y lo peor, es que cuando disfruto de una pequeña bocanada de aire, y la vida me regala noventa mintuos de su fútbol, tengo que vivir con miedo a que no pierda un balón por lo que vendrá después. Y aquí nadie se plantea nada. ¿Sabéis?, yo no comencé a admirarle por su físico, por su altura, o por ese brillo en sus ojos permanente. Comencé a aferrarme a este sueño, por el ángulo que formaban sus hombros y el balón, por el giro de su cintura cuando golpeaba este, por su eterna lucha en un terreno de juego, por su fútbol. Y sé que nada va a cambiar por parte vuestra, sé que todo va a seguir como si esto que escribo aqui se quedara en el aire. Pero también sé que llegará el día en que hará historia, en que os callará la boca a todos, y en que yo... me sienta orgullosa de cada noche como la de ayer...

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