martes, 28 de agosto de 2012

Sabor de despedida.


Es imposible mirar adelante si no echas la vista atrás una última vez. Si, soy de las que piensan que es imposible abrir una puerta si no has cerrado otra. Es por eso que estoy aquí. No vengo a decirte adiós, tampoco a poner las cartas sobre la mesa pues pienso que hace tiempo que dejaron de existir cartas entre nosotros. Hace años mi padre me contó algo acerca del perro de un vecino suyo, al parecer este perro se iba cada atardecer a esperar a la salida del metro a su dueño que a eso de las ocho llegaba de trabajar. Pues bien, algún tiempo atrás me sentí como ese perro. Me sentaba cada tarde a esperar que aparecieras tras la puerta para contarme que todo seguía en orden, que todas esas idas y venidas de los últimos meses habían llegado a su fin. Por fin todo eso cambió. Me mentalicé que hay historias que nacen para morir más tarde, y que uno de los errores más grande del ser humano es nuestra extraña manía de poner puntos y seguidos en lugar de puntos finales a historias que no nacieron para ser vividas por nosotros. No voy a llorar, porque sé que nos volveremos a encontrar en otras vidas, con nuestras manos enlazadas en otros proyectos. Solo espero que seas feliz, pues después de todo no hay nadie que lo merezca más que tú. Lo sé, por todas esas historias pasadas que solamente conozco yo. Prometo que yo también lo seré, aprenderé a caminar atándome los cordones en sentido contrario a cómo lo hacías tú, a bajarme en Plaza España en lugar de en Cibeles como hacía contigo. Aprenderé a hacerme a la idea que si tropiezo con una rama tendré que equilibrarme del lado contrario al que un día lo hice contigo. Es más, creo que llevo meses logrando que así sea. No quiero que puedas pensar que tú tienes la culpa, pues ambos sabemos que no es así. Se mezclaron tu falta de ganas con mis ganas extremas, tu falta de emoción con mi sensibilidad absoluta. Y por el contrario se encontraron tus ganas de quitarle importancia a mi empeño por darle más de la que en realidad tenía. Tranquilo, encontraré otros nombres enredados entre todas esas letras de canciones que tanto me gustan saborear.

Sé feliz.

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